EL PERRITO TOBÍAS
Érase una vez, un
perrito llamado “Tobías” que vivía en un circo grande con una espectacular
pista central. En ella actuaban varios grupos de animales con un gran éxito entre el público
infantil.
Actuaban los
elefantes, que se subían en unas enormes bolas, de colores blanco y azul con
unas estrellas incrustadas en azul sobre la zona blanca y caminaban sobre
ellas. El domador estaba encantado con ellos. También se ponían en fila india
apoyados unos sobre otros, y a los niños les encantaba.
Actuaban los leones,
en una jaula enorme eran seis, cinco leonas y un león; con una melena marrón
que casi tocaban el suelo. Saltaban por unos aros de fuego, el domador metía su
cabeza en la boca de una leona y el león cada vez que rugía; temblaba el
circo. Y los niños se asustaban mucho.
Actuaban lo monos
trapecistas. En un trapecio muy alto. Que son como columpios gigantes. Saltaban
de uno a otro, y hacían piruetas, doble salto mortal; e incluso equilibrios en
la cuerda floja.
Todo esto lo miraba
admirado nuestro amigo. El perrito “Tobías”, a él le encantaría hacer una de
esas actuaciones en la pista central y divertir a los niños, que es lo que más
le gustaba. Pero, Tobías no sabía subirse a una de esas bolas de los elefantes,
tampoco sabía saltar como los leones. Y aunque ladraba fuerte, no como el
rugido del señor león. Además, tenía miedo a las alturas, con lo cual no podía
actuar como los monos del trapecio. Así nuestro amigo estaba muy triste. Él
quería su actuación; pero que podría hacer…
Su amigo el monito
que se llamaba “Silvestre” le dijo:-Tobías no estés triste puedo ayudarte,
tengo un baúl lleno de disfraces y te puedo dar el que quieras.
Subieron juntos al
desván, Tobías se fue probando uno a uno, los disfraces; pero se puso uno de
payaso, con una nariz roja enorme y el monito “Silvestre” no podía parar de
reírse. Cada vez que lo miraba como le quedaba se echaba a reír.
Este sí que me lo
quedo, le dijo “Silvestre”. Puede que el dueño del circo me deje actuar como
payaso y así hacer reír a los niños como a ti. Es lo que más deseo divertir a
los niños y este circo no tiene payasos.
Se lo preguntó al
dueño del circo, y este le dijo:-
Bueno yo creo… ¡umm! Que entre la actuación de los leones y los monos, hay un
hueco. Puedes salir a entretener a los niños.
Tobías se puso muy
contento le dio un millón de gracias y se puso manos a la obra.
Estaba muy nervioso a
la mañana siguiente, salían para la próxima ciudad. Y en ella haría su primera
actuación.
Necesitaba un nombre
artístico y se puso a pensar:
-Me llamaré Tobías el
saltarín. No así no…
-Tobías el ruso,
demasiado soso para un payaso…
-Tobías el perrito
que hace reír a los niños todos los días. Este sí que me gusta.
Llegó la hora de la
verdad. El circo estaba listo, lo habían levantado. Y mañana era el gran día
para su debut.
No pudo dormir,
estaba muy nervioso pensaba; ¡les gustaré a los niños!, ¡que nervios! Tengo
muchas ganas de hacerles reír.
Llegó la hora de
actuar. Las entradas estaban agotadas y el espectáculo comenzó.
Primero los elefantes
como siempre, y recibieron un fuerte aplauso. Después los leones y por fin el
presentador dijo:
-y ahora como
actuación especial, con todos Ustedes… y un replique de tambor sonó. El perrito
Tobías que hace reír a los niños todos los días.
Tobías se había
puesto el disfraz de payaso con su nariz enorme, tan nervioso estaba; que quiso
salir corriendo al escenario de la pista central. Y cuando estaba llegando tropezó,
con la pernera del pantalón al pisársela; ya que el disfraz le estaba un poco
grande. Se dio un gran porrazo con su nariz roja. Los niños comenzaron a
troncharse de risa; ya que creían que era parte del espectáculo. Tobías no se
había hecho daño, así que; le pareció muy gracioso y el mismo también se rio
mucho de su tonta caída.
Se dio cuenta de que
sus caídas divertían mucho a los niños y así que continuó, intento subir a una
de las bolas de los elefantes pero como no podía. Se le resbalaban las patitas
y se volvía a caer. El circo se llenó de aplausos y risas.
Después intentó entrar en la jaula de
los leones. Se le olvido de abrir la puerta de la jaula, y metió su enorme
nariz roja entre los barrotes, y no la podía sacar, los niños no podían parar
de reír.
Más tarde intentó subir al trapecio se
le resbalaron las patitas y dio un gran culazo en el suelo; con una gran
carcajada de los niños.
Luego les contó unos chistes que se
sabía, como:
-¿Dónde se sienta un gorila de 200
kilos? Donde le da la gana. Y
¿Cómo sacaríais un
elefante de un pozo? Mojado. Siguió un buen rato contando chistes y después
recibió un gran aplauso y dijo:-Hasta siempre amigos.
El dueño del circo
estaba encantado. “Tobías el perrito que hacía reír a los niños todos los
días”. Le había gustado mucho y le dijo:-A partir de ahora tendrás tu propia
actuación. Actuarás en todas la ciudades.
Tobías estaba muy
contento, y fue a celebrarlo con todos los animales del circo. Por fin tenía
una actuación como el siempre había soñado…
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