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jueves, 10 de julio de 2014

EL PERRITO TOBÍAS

EL PERRITO TOBÍAS



Érase una vez, un perrito llamado “Tobías” que vivía en un circo grande con una espectacular pista central. En ella actuaban varios grupos de animales con un gran éxito entre el público infantil.

Actuaban los elefantes, que se subían en unas enormes bolas, de colores blanco y azul con unas estrellas incrustadas en azul sobre la zona blanca y caminaban sobre ellas. El domador estaba encantado con ellos. También se ponían en fila india apoyados unos sobre otros, y a los niños les encantaba.






 Actuaban los leones, en una jaula enorme eran seis, cinco leonas y un león; con una melena marrón que casi tocaban el suelo. Saltaban por unos aros de fuego, el domador metía su cabeza en la boca de una leona y el león cada vez que rugía; temblaba el circo. Y los niños se asustaban mucho.
Actuaban lo monos trapecistas. En un trapecio muy alto. Que son como columpios gigantes. Saltaban de uno a otro, y hacían piruetas, doble salto mortal; e incluso equilibrios en la cuerda floja.
Todo esto lo miraba admirado nuestro amigo. El perrito “Tobías”, a él le encantaría hacer una de esas actuaciones en la pista central y divertir a los niños, que es lo que más le gustaba. Pero, Tobías no sabía subirse a una de esas bolas de los elefantes, tampoco sabía saltar como los leones. Y aunque ladraba fuerte, no como el rugido del señor león. Además, tenía miedo a las alturas, con lo cual no podía actuar como los monos del trapecio. Así nuestro amigo estaba muy triste. Él quería su actuación; pero que podría hacer…
Su amigo el monito que se llamaba “Silvestre” le dijo:-Tobías no estés triste puedo ayudarte, tengo un baúl lleno de disfraces y te puedo dar el que quieras.
Subieron juntos al desván, Tobías se fue probando uno a uno, los disfraces; pero se puso uno de payaso, con una nariz roja enorme y el monito “Silvestre” no podía parar de reírse. Cada vez que lo miraba como le quedaba se echaba a reír.
Este sí que me lo quedo, le dijo “Silvestre”. Puede que el dueño del circo me deje actuar como payaso y así hacer reír a los niños como a ti. Es lo que más deseo divertir a los niños y este circo no tiene payasos.
Se lo preguntó al dueño del circo, y este le dijo:- Bueno yo creo… ¡umm! Que entre la actuación de los leones y los monos, hay un hueco. Puedes salir a entretener a los niños.
Tobías se puso muy contento le dio un millón de gracias y se puso manos a la obra.
Estaba muy nervioso a la mañana siguiente, salían para la próxima ciudad. Y en ella haría su primera actuación.
Necesitaba un nombre artístico y se puso a pensar:
-Me llamaré Tobías el saltarín. No así no…
-Tobías el ruso, demasiado soso para un payaso…
-Tobías el perrito que hace reír a los niños todos los días. Este sí que me gusta.
Llegó la hora de la verdad. El circo estaba listo, lo habían levantado. Y mañana era el gran día para su debut.
No pudo dormir, estaba muy nervioso pensaba; ¡les gustaré a los niños!, ¡que nervios! Tengo muchas ganas de hacerles reír.
Llegó la hora de actuar. Las entradas estaban agotadas y el espectáculo comenzó.
Primero los elefantes como siempre, y recibieron un fuerte aplauso. Después los leones y por fin el presentador dijo:
-y ahora como actuación especial, con todos Ustedes… y un replique de tambor sonó. El perrito Tobías que hace reír a los niños todos los días.
Tobías se había puesto el disfraz de payaso con su nariz enorme, tan nervioso estaba; que quiso salir corriendo al escenario de la pista central. Y cuando estaba llegando tropezó, con la pernera del pantalón al pisársela; ya que el disfraz le estaba un poco grande. Se dio un gran porrazo con su nariz roja. Los niños comenzaron a troncharse de risa; ya que creían que era parte del espectáculo. Tobías no se había hecho daño, así que; le pareció muy gracioso y el mismo también se rio mucho de su tonta caída.
Se dio cuenta de que sus caídas divertían mucho a los niños y así que continuó, intento subir a una de las bolas de los elefantes pero como no podía. Se le resbalaban las patitas y se volvía a caer. El circo se llenó de aplausos y risas.
         Después intentó entrar en la jaula de los leones. Se le olvido de abrir la puerta de la jaula, y metió su enorme nariz roja entre los barrotes, y no la podía sacar, los niños no podían parar de reír.
         Más tarde intentó subir al trapecio se le resbalaron las patitas y dio un gran culazo en el suelo; con una gran carcajada de los niños.
         Luego les contó unos chistes que se sabía, como:
         -¿Dónde se sienta un gorila de 200 kilos? Donde le da la gana. Y
¿Cómo sacaríais un elefante de un pozo? Mojado. Siguió un buen rato contando chistes y después recibió un gran aplauso y dijo:-Hasta siempre amigos.
El dueño del circo estaba encantado. “Tobías el perrito que hacía reír a los niños todos los días”. Le había gustado mucho y le dijo:-A partir de ahora tendrás tu propia actuación. Actuarás en todas la ciudades.
Tobías estaba muy contento, y fue a celebrarlo con todos los animales del circo. Por fin tenía una actuación como el siempre había soñado…





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